El sábado 2 de mayo de 2015, Socorro Pérez Rodríguez, de 43 años, salió por la tarde de la casa en la que vivía sola, en el barrio ourensano de O Couto, para hacer deporte. Ese día había comido con sus padres y volvió a su piso para dormir una siesta antes de ir a correr. No llevó el móvil ni la cartera. No volvió. Sin noticias de su paradero, sin que hubiera avisado de un cambio de planes, la familia se extrañó de su ausencia el domingo, cuando había quedado con su madre para ir a un balneario. La comisaría provincial de Policía calificó la desaparición como «inquietante», sin descartar una marcha voluntaria o un suicidio. A los allegados no les encajaban esos escenarios, por mucho que Socorro fuese callada y reservada sobre su vida privada. Carecía de problemas económicos y familiares y cultivaba varias inquietudes como viajes, eventos culturales y actos de la iglesia, con la que estaba más involucrada en los últimos tiempos.
Tras jornadas de búsqueda infructuosa, concentrada por momentos en el entorno del río Miño —un testigo aseguró que la vio de regreso a su casa el 2 de mayo, pero el vecino matizó después que se había equivocado de día—, el cuerpo sin vida de la mujer fue localizado el 6 de junio, más de un mes después.
La presencia de unos cuervos en bandada llamó la atención de un grupo de cazadores, amigos del padre, que participan en un rastreo. El cuerpo estaba en una zona forestal del monte Seminario, entre la vegetación, cerca de una urbanización y unas antenas de telefonía, en una de las cimas de las afueras de Ourense. El cadáver, deteriorado por el tiempo transcurrido desde el día de los hechos y por el efecto de varias jornadas con calor extremo en la ciudad, tenía signos de violencia física. El asesino la golpeó con una piedra en la cabeza. Un fuerte traumatismo craneal fue la causa de la muerte. Se sospechó que fue víctima de agresión sexual.
Police inspection, in June 2015, in the place where the body appeared, on Mount Seminary. / BRAIS LORENZO
No llegó a haber imputados
Aunque los investigadores recogieron una muestra de ADN e indagaron a partir de entonces con varias líneas de investigación posibles, nunca fue posible estrechar el cerco sobre el autor o los autores del crimen. En su momento, la Policía aseguró haber rastreado bases de datos de agresores sexuales y examinado miles de comunicaciones telefónicas, entre otras gestiones. No se produjeron avances concluyentes y, a mediados de 2018, la justicia sobreseyó la causa de forma provisional.
«Han pasado 10 años y no se ha dado ningún paso, por mínimo que fuese, para mantener una esperanza»
Jesús María Pérez
– Primo of the victim and spokesperson for the family
Las detenciones de los asesinos de Diana Quer y Elisa Abruñedo despertaron esperanzas momentáneas entre los investigadores de que los autores, por el similar modus operandi contra sus víctimas, hubieran perpetrado el crimen de la ourensana. Pero esas pesquisas descartaron rápidamente nexo alguno. Diez años después, el asesinato de Socorro continúa sin avances a la vista. Es el caso más grave sin resolver en la ciudad de los últimos años.
The body of Socorro Pérez was located in this forestry of the upper area of Mount Seminary. / BRAIS LORENZO
En las primeras 24 y 72 horas, que son fundamentales tras un asesinato, la praxis no fue adecuada y quizá se perdieron muchas pistas
«Han pasado 10 años y no se ha dado ningún paso, por mínimo que fuese, para mantener una esperanza», lamenta Jesús María Pérez Barreiros, primo de la víctima y portavoz de la familia. Hace tiempo que el entorno no recibe noticias del caso por parte de la comisaría o la Subdelegación del Gobierno. «Por parte de la familia siempre hemos sentido un poco de abandono y desamparo», añade el portavoz, crítico con la labor policial tras los hechos.
Informative poster after the disappearance of Socorro, distributed throughout the city. / FDV
«En las primeras 24 y 72 horas, que son fundamentales tras un asesinato, la praxis no fue adecuada y quizá se perdieron muchas pistas. Cuando quisieron reaccionar era tarde», reflexiona. En varias ocasiones, los allegados exteriorizaron su frustración por la falta de medios humanos y técnicos aportados por la Policía para esta investigación, en comparación con otros casos con mayor repercusión mediática.
A tribute of relatives and relief relatives in the place where the body was located. / BRAIS LORENZO
«La Policía no debe dejar este caso por muerto»
El portavoz afirma que el deseo actual de la familia, diez años después de un crimen que continúa sin resolverse, es que el caso de Socorro no se olvide. «La Policía no debe dejar este caso por muerto y como una causa imposible. Pido un mínimo de interés profesional en este tema. Es preocupante que se haya producido un asesinato de este naturaleza y que, durante estos diez años, no haya ningún avance ni sospechas sobre nadie», expresa Jesús Pérez. «Lo peor que puede haber es el silencio, el abandono y la sensación de impunidad. Produce mucha tristeza», lamenta el primo de la víctima.
The Orensana Socorro Pérez was a victim of a murder and possible sexual assault, in May 2015, when he was 43 years old. / FDV
La comisaría provincial garantiza que un hecho de esa naturaleza «no queda en el olvido» y se sigue investigando, según fuentes próximas a la investigación. La Policía Nacional de Ourense reconoce que el esclarecimiento del crimen de Socorro es «difícil», por el tiempo transcurrido, pero subraya que el trabajo policial continuará y se agotarán todas las posibilidades.
«Hay un asesino que está suelto, así que lógicamente hay peligro de que le pueda tocar a otra mujer. No estamos libres de que un hecho como el de mi prima vuelva a producirse», advierte Jesús Pérez, que desea que la memoria de Socorro Pérez «no se pierda».
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