
La soledad no deseada se ha convertido en uno de los grandes problemas de salud mental en la actualidad. Aunque muchas veces pasa desapercibida, sus efectos pueden ser tan perjudiciales como los de enfermedades físicas crónicas.
Un fenómeno que tiene forma de U, es decir, que los jóvenes y los mayores son los más afectados. En Catalunya, un 28,4% de jóvenes (de entre 18 y 34 años) sufren soledad no deseada, según datos del Barómetro de la Soledad No Deseada. En total, un 18,4% de ciudadanos se sienten solos y un 12,6% padece soledad crónica en este territorio; cifras incluso más elevadas en otras partes de España.
Para Buenaventura del Charco, psicólogo sanitario y escritor, socializar es igual o más importante que hacer deporte. “Nadie te dice que el tiempo que dedicas a eso (meditar, hacer deporte…) se lo estás quitando a tu gente”, empieza diciendo en el pódcast ‘Animales Humanos’.
Empleo fijo y red de apoyo emocional
“Esto la investigación científica lo demuestra abismalmente, los dos mayores factores de protección para evitar una enfermedad mental son tener un empleo fijo y no vivir precariamente y tener una red de apoyo emocional”, comenta. “Tener colegas, gente que te quiere y con los que compartes tu día a día con ellos”, resume.
En 2024, los datos del barómetro fueron alarmantes: siete de cada 10 españoles han sufrido soledad no deseada. Para el Observatorio Estatal, es importante distinguir entre el aislamiento social (la falta de contactos sociales) y la soledad no deseada: “una experiencia personal negativa en la que un individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales”. Es decir, puede tener múltiples relaciones sociales pero sentirse solo.
“La soledad tiene un impacto en la salud, no solo en la mental sino en la física”, alerta del Charco. “Hay estudios que demuestran que estar crónicamente solo acorta la vida lo mismo que fumarte una cajetilla de tabaco al día. Eso la salud física, imagínate la psicológica”, añade tras recomendar el libro ‘El efecto aldea’ de la psicóloga Susan Pinker.