El precio del oro está alcanzando en los últimos días niveles de récord. A finales de la semana pasada el kilo se cotizaba a 97.000 euros, muy por encima de los 92.000, que sería lo razonable, según las fuentes consultadas por este periódico, y ha habido momentos en los que ha superado los 100.000.
En concreto, según ha explicado el presidente de la Asociación de Joyeros de Córdoba, Isidoro García-Escribano, en estas oscilaciones influye mucho la inestabilidad sociopolítica internacional, como la guerra de Ucrania, la de Gaza o, más recientemente, la política arancelaria de Trump. Esta situación de inestabilidad, apunta el joyero, “genera en el mercado del oro unos dientes de sierra en cuanto a precios que hacen que la actividad se contenga”. Un ejemplo de ello, según señala, son los resultados que están arrojando las distintas ferias internacionales a las que acuden los industriales cordobeses. En particular, la última celebrada, Estambul, ha registrado muchos menos pedidos de los que suelen ser habituales.
Pese a ello, Isidoro García-Escribano señala que hasta ahora lo que es la fabricación no se ha resentido demasiado “porque se está dando salida a los pedidos que había”, pero aclara que lo que sí se está notando es la recepción de nuevos pedidos, que es mucho más baja. Por eso, según señala, el hecho de que se siga usando el oro como valor “refugio” no quiere decir que sean todo ventajas para el fabricante, porque, a la hora de comprar la materia prima, ésta cuesta más y, al mismo tiempo, la pieza final también se encarece y eso genera una caída de las ventas. Un ejemplo es la temporada de comuniones, en la que se suelen regalar pequeñas piezas de oro. García-Escribano señala que si a quien va a hacer ese regalo le cuesta más de lo previsto, optará finalmente por otro obsequio, y eso que, aclara, cuando se compra una joya de oro, “no es como otros regalos, una joya suele mantener su valor”. Para mantener una dinámica favorable para el sector y el consumidor, apunta el presidente de los joyeros cordobeses que lo ideal sería que el precio se estableciera en torno a 92.000 euros el kilo.
Acuerdo con el cliente
Otro industrial del sector, Javier Romero, explica que la repercusión en las empresas también dependerá de cuál sea el procedimiento de trabajo. Así, asegura que hay clientes con los que cierra el precio el día que formalizan el pedido. En ese caso, el cobro y la entrega está garantizado (aunque suba o baje el precio de la materia prima), mientras que hay otros que cierran el pago al término de la fabricación y antes de la entrega, que son los que corren peligro, porque si el precio no les convence, empiezan a retrasar el acuerdo hasta que baje, aunque la materia prima se haya adquirido en momentos de subida.
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