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Advantageous agreement with Ukraine

El acuerdo denominado Fondo de Reinversión Estados Unidos-Ucrania constituye un paso decisivo en las relaciones entre ambos países y en el impulso de un futuro proceso de paz en Ucrania. Fue firmado el pasado miércoles, 30 de abril; aunque ya estaba preparado para rúbrica el pasado mes de febrero. Sin embargo, la acalorada reunión entre Volodímir Zelenski y Donald Trump el 28 de aquel mes en el Despacho Oval frustró un trato que ahora se retoma y optimiza. Tras los agravios de Trump y J. D. Vance hacia el presidente ucraniano, pocos imaginaban que en apenas dos meses el acuerdo regresase a la mesa de diálogo. Aquí la intervención del secretario de Estado Marco Rubio ha sido fundamental, pues fue quien propició un encuentro entre ambos mandatarios durante el del papa Francisco en el Vaticano. Los devotos del Santo Padre incluso catalogan esa reunión inesperada como el primero de los milagros del fallecido obispo de Roma. Así pues, atrás quedan los desencuentros, e incluso ofensas hacia el líder ucraniano de un Ejecutivo que llegó a catalogarlo de «dictador» y «desagradecido». Sea como fuere, el acuerdo le asegura a EEUU recuperar a medio y largo plazo lo aportado a Kiev desde el inicio de la invasión rusa. Recordemos que Trump empezó cifrando en 250.000 millones de dólares lo aportado por Washington a Kiev; aunque últimamente ya le estaba reclamando a Ucrania 350.000 millones.

El acuerdo afianza los vínculos entre EEUU y Ucrania, y consolida la ayuda monetaria y armamentística de Washington a Kiev. Ahora sólo falta que el Parlamento ucraniano ratifique el pacto; un requisito que será llevado a cabo de inmediato, que quizá genere ciertos recelos, pero que, con todo, se asienta dentro de los parámetros de la Constitución ucraniana. El acuerdo se basa en la creación de un Fondo de Inversión conjunto al 50% entre ambas naciones. El objetivo es financiar con él no sólo proyectos relacionados con la extracción de recursos naturales en territorio ucraniano, incluyendo tierras raras, petróleo, gas y minerales estratégicos como litio, uranio, titanio o grafito, sino también iniciativas destinadas a la reconstrucción de las infraestructuras del país. Cabe señalar que Kiev no pierde la titularidad de la propiedad de sus recursos. Y tampoco se verá obligada Ucrania a contraer deuda ni destinar activos propios al desarrollo del Fondo. Durante los 10 primeros años, las ganancias o ingresos generados a través de este acuerdo serán reinvertidos en Ucrania, y sólo después se repartirán entre las partes los posibles beneficios.

Una vez más, Trump sorprende al mundo. Esta vez con una iniciativa de diplomacia económica novedosa que quizá pueda extender a otros muchos contextos en los que el apoyo de EEUU pueda resultar esencial. Esto es así porque, a diferencia de a lo que estamos acostumbrados en materia de asistencia económica y militar, que se suele hacer a través de préstamos y deuda contraída por el país receptor, en esta ocasión el modelo se basa en futuros beneficios, en inversiones conjuntas, y en acceso a recursos que no suponen un endeudamiento. En el caso de Ucrania, además, ninguno de los tres documentos firmados genera traba alguna en el proceso de integración del país en la UE. Quizá por ello incluyen cláusulas relativas también a la protección medioambiental y el respeto a las legislaciones vigentes en ambos contextos geográficos; y de ahí también el comité mixto de cinco miembros por país (con sede en Washington y oficina en Kiev), con capacidad de veto compartido, que velará por la buena gestión y desarrollo del acuerdo.

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