Es posible que ya estén en ello. No lo dudo. Se supone que el magnífico y polifacético equipo técnico que forman Laporta, Yuste, Deco, Soler, Bojan y, cómo no, por supuesto, con la ayuda inestimable de Masip, se habrán dado cuenta en el partido de anoche, en Zorrilla, que este verano, o antes, deberán darle una vuelta a la plantilla del FCBarcelona, que, por lo que se pudo comprobar anoche, no tiene jugadores en la retaguardia que puedan afrontar y ganar un duelo con el colista, al que el Barça supera, nada más y nada menos, que por 63 puntos.
Resulta muy, pero que muy preocupante, que el día que Hansi Flick decide dar descanso a varios de sus titulares, jugando en el campo de un recién descendido, al final, tenga que echar mano de los buenos, de los titulares, porque los que salieron no dieron la talla, pese a ser (también) jugadores profesionales de la plantilla del Barça. Ya ocurrió en Pamplona, ya.
Ni siquiera debo escribir sus nombres, pero alguno de ellos quedó realmente retratado y por poco le cuesta un disgusto al bueno de Flick, que, por vez primera en mucho tiempo, no cumplió con la sentencia que utilizan siempre los entrenadores: el partido más importante es el siguiente. El siguiente no fue Valladolid. Flick jugó en Valladolid, pensando en el Inter y, al final, tuvo que dejar de jugar con balas de fogueo y disparar a matar.
Lamine Yamala came out, again, to the rescue of Barça. / Manu Fernandez / AP
Da la sensación y no sé si porque les fallan las fuerza o la mente, si porque no pueden correr más o se pasan el partido pensando en el encuentro siguiente, pero últimamente el Barça juega para convertir sus victorias en auténticas heroicidades. Si pienso en los últimos resultados, a excepción de la goleada, en Montjuïc, al Dortmund, todo son sustos sin muerte: 1-1 Betis, 4-3 Celta, 1-0 Mallorca, 3-2 Real Madrid, 3-3 Inter y 1-2 Valladolid. Cierto, ganaron; más cierto, pasaron; más cierto, lo importante es seguir vivos. Pero…
Y con esta sensación, con la impresión de que este equipo se ha acostumbrado (no digo que le guste, ¡ni hablar!) a jugar con vértigo y haciendo equilibrios sobre el alambre, el Barça afronta la semana más decisiva del año, aquella que puede situarle en la final de la Champions y coronarle como nuevo campeón de Liga. El caso es que, junto al PSG, el Barça es el único club europeo que puede conseguir el triplete este año y eso es mucho decir, es todo, partiendo de un proyecto recién nacido y que el bueno de Hansi Flick ha parido en solo nueve meses.
Resulta muy preocupante, mucho, que los suplentes del Barça no sean capaces de ganar, con autoridad y solvencia, a un equipo ya descendido, al que los azulgranas superan por 63 puntos en la tabla de LaLiga.
Jugar sin red tiene su misterio, provoca cierto agobio en los espectadores pero, a la vez, genera la sensación, la seguridad, de que estos muchachos se van a partir el alma para ganar. Eso ha estado pasando en los partidos que he nombrado y siempre, siempre, se ha visto al equipo con la impresión del “sí se puede”, por eso le han robado el minuto 94 al Real Madrid, algo que resultaba impensable en el Barça tradicional, sensato, frío, calculador, fantasioso, filigranero, del tiki-taka.
Valladolid no fue diferente al susto de los últimos partidos. Como, me temo, será Milan el martes y el Real Madrid, el domingo. Pero estos muchachos, que parecen fabricados con el material con el que se hacen los sueños, han demostrado que están preparados para superar cualquier examen y, por descontado, imponerse a cualquier rival, por fuerte que sea.
Flick, Barça coach, and the Fuente, the goalkeeper coach, give instructions from the band. / Jordi Cotrina
Alguien me recordó anoche, que este partido en Valladolid es muy similar al que el Barça jugó en Cádiz, antes de recibir, un martes, al PSG, que acabaría goleándole en la última media hora de partido. Como anoche, el equipo jugó el partido a las nueve de la noche, entonces estaba cerrado el aeropuerto de Jerez, tuvieron que coger el autobús hacia Sevilla de madrugada, despegaron a la una y media, llegaron a las tres, se metieron en la cama a las cuatro, mal descanso el domingo, entrenamiento (casi de masaje) el lunes y, el martes, caen en Champions.
Puede que el equipo de fuerza que maneja Hansi Flick tenga preparado algún truco para que sus chicos aparezcan relucientes y frescos en Milan. Yo estoy convencido de ello y seguro, muy seguro, de que el Barça, este Barça del ‘susto o muerte’ jugará la final de la Champions. Quién dijo miedo, habiendo hospitales.
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