Es el fútbol un deporte que siempre deja espacio para la redención. Ha llegado el momento de ese Barcelona que, con Hansi Flick al frente del banquillo y un buen puñado de jóvenes futbolistas dispuestos a convertir cada partido en revolución, aspira a regresar a una final de la Champions una década después. Berlín 2015 marcó el final de un tiempo. Ahora, lleguen o no los azulgrana al partido definitivo en Múnich, se adivina el alumbramiento de otra era.
Tendrá que el Barça para ello que salvar la dura piedra del Inter de Simone Inzaghi (3-3 en la ida), quien comanda un grupo rocoso y sacrificado que ya husmeó el premio final hace dos años, cuando perdió la final de la Champions frente al Manchester City en Estambul con aquel histórico gol de Rodri, vigente Balón de Oro.
Los fantasmas y los viejos recuerdos asoman (la última vez que el Barça se jugó acceder a la final de la Liga de Campeones se derrumbó sin remedio en Anfield). Pero, tras el triunfo en la prórroga de la final de Copa en La Cartuja frente al Real Madrid, y a una esquina de poder finiquitar la Liga en el último clásico de la temporada este sábado en Montjuïc (cuatro puntos le separan del equipo de Ancelotti), el Barcelona quiere acabar de colorear una temporada difícil de olvidar.
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