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May party | The ‘Gold girls’ celebrate Mother’s Day in La Laguna

Todas coinciden en que es lo mejor que les ha pasado en la vida. Siete de siete. Ser madres es la experiencia más maravillosa a la que se han enfrentado las integrantes de un consejo de sabias improvisado en el patio del Hogar Virgen Poderosa de La Laguna. Siete de las 29 internas de este centro residencial de mayores son las protagonistas de una conversación que gira en torno a la maternidad. La complicidad de María José, la animadora sociocultural, ha sido imprescindible para dar forma a un reportaje que calienta motores bajo una mañana soleada, que no calurosa, de Aguere.

Entre todas suman 621 años de vida, dieciséis hijos –algunos ya fallecidos– y una interminable ristra de vivencias que anudaron a su existencia durante la Guerra Civil y la posguerra. Mercedes Rodríguez Alberto es la mayor, una de las más participativas y no para de sonreír. Tiene 96 años y medio. A continuación se escalonan Carmen, que en  febrero cumplió los 94, Ana, Olga y Cándida, que han llegado a los 88, Marisa con 86 y, por último, Ana de los Reyes, la más joven de todas con 81. La emoción quiebra la normalidad en algunas fases de la conversación, pero todas tienen algo que contar el Día de la Madre.

Ana Delgado Afonso, armonía como la llamaban en casa, y María Luisa García Gómez presumen de ser toscaleras. Las dos conocen la dolorosa realidad que supone perder a un hijo. Ana es la madre de Carlos y Luis y perdió a José. «Fue una muerte muy mala; estuvo desaparecido ocho meses». A Marisa le cuesta mucho más mantener el tipo cuando menciona que Francisco Daniel y Francisco José ya no están entre nosotros. De todas ellas, Cándida Santos Domínguez es la que más veces ha dado a luz (Jesús, Inma, Domingo y López). Mercedes (Lucio y Adolfo), Carmen González Dóniz (Mari y Gladis) y Ana de los Reyes Armas Armas (Ana Luisa y Humberto) empatan con dos hijos y, por último, Olga Ávila Díaz sólo fue madre en una ocasión (Elena). Ana de los Reyes y Mercedes también nacieron en Santa Cruz de Tenerife, Olga en San Cristóbal de La LagunaCarmen en Garachico. La única que no vino al mundo en este archipiélago es la gaditana Cándida. Hechas las presentaciones, entramos en materia.

Crecieron entre tiros

Además de compartir la aventura de traer vida a la Tierra, las siete fueron testigos en su niñez de las atrocidades de la Guerra Civil y la posguerra. Un escenario de los horrores regado por muertes, desapariciones y largas colas de racionamiento. La familia de Ana Delgado, por citar un ejemplo, vivió este drama multiplicado por cuatro. «Mi abuela materna perdió cuatro hijos en la guerra; eso sí que es un dolor difícil de superar para una madre», rescata una santacrucera criada en Gracia y muy cerca de El Chorro de Lomo Guirre, ambos núcleos poblacionales laguneros. Olga es otra mujer que sabe lo que es permanecer oculta en las oquedades del Barranco de Santos para evitar que te llevaran presa o, en el peor de los casos, que te pegaran un tiro. El caso de Cándida es parecido al de miles de peninsulares que estuvieron refugiados durante el conflicto bélico. «Antes de dar el salto a Canarias estuvimos en algunos enclaves de allí», rebobina sobre los instantes previos al embarque con rumbo a las Islas.

Todas, unas más que otras, tuvieron que aprender a ser mayores cuando todavía eran unas niñas. Les enseñaron a coser, a cocinar, a cuidar de sus hermanos, a hacer los mandados que no podían realizar sus padres… «Todos los días iba a la fuente a llenar el cántaro de agua, luego la perdía casi toda antes de llegar a casa y tenía que volver a la cola», enumera Ana Delgado, quien estuvo remellando medias unos cuantos años. «Cada vez que se rompían había que coger la aguja, entonces pocas eran las que se podían permitir unas nuevas».

Carmen, nacida en la Isla Baja, admite que el oficio de su padre fue un salvavidas para que en su casa siempre hubiera un poquito de todo. «Traía cosas de otros puertos y escapamos más o menos», avanza sobre su profesión de marino mercante. Olga también anduvo de aquí para allá de recado en recado cuando era una niña, pero no le pagaban. Como mucho, lograba cerrar alguna que otra recompensa en un periodo en el que el trueque estaba a la orden del día: yo te doy una gallina y tú me entregas un kilo de papas.

Viaje a la octava isla

Venezuela y otros enclaves geográficos suramericanos siempre estuvieron en el punto de mira de los isleños. Mercedes se casó con un tinerfeño que se marchó a hacer fortuna a Venezuela. «Mi familia quería que yo me casara bien casada y él regresó al Archipiélago con su dinerito». Carmen vivió y fue madre en la octava isla. Su marido tenía dos camiones y se dedicaba al transporte de huevos. Permanecieron allí 28 años antes de tomar la decisión de regresar a casa.

Ana de los Reyes también conoció la emigración, en este caso insular, cuando era una niña. Vivió un tiempo en San Sebastián de La Gomera antes de echar raíces en Tenerife. Tiene una hija maestra y un hijo periodista [«se dedica a lo mismo que usted, ¿igual lo conoce y todo?», matiza con una sonrisa] And she more than anyone knows the adversities to be overcome by day. He was widow he lacked a couple of months to meet the 35 and threw in front. “The Lord has given me a , very united,” says a great grandmother who has a granddaughter with a deep religious vocation and today will wait for his son to go for a walk. It is not a special Sunday, it is what usually happens.

María José Ferrera Blanco está feliz de trabajar en el Hogar Virgen Poderosa de La Laguna. «Es maravilloso estar a su lado, aunque a veces les riña», bromea justo antes de que Ana Delgado se apresure a contar que «hay días que nos dice que tenemos cara de glúteos, que estamos tristonas y con cara de trasero…, pero ella es un amor y lo dice para sacarnos una sonrisa». Algo que refrendan Ana y Mercedes con una frase que suena casi a la vez. «Lo que no sabe se lo inventa, pero esta chica nunca está parada», remarcan mientras clavan sus ojos en unos pequeños alicates que están sobre la mesa: «Los trajo por si nos vamos de la lengua», ironiza una de ellas sin esperar a que la animadora sociocultural se justifique. «Están aquí porque antes de que llegaran estábamos armando la cruz del centro…», aclara cuando el encuentro sobrepasa ampliamente la hora y media de duración.

«Y una copita de Amaretto»

El tiempo vuela oyendo los años de trabajo que completó Olga Ávila en el Colegio Mayor San Fernando de la Universidad de La Laguna, lo detallista que era el marido de Mercedes el primer domingo de mayo [«Ese día siempre había un ramo de rosas rojas en casa, mi marido nunca se olvidaba… Yo lo escuchaba trastear en la cocina y cuando me levantaba allí estaban…».] or the pleasure that Ana savors when from to time he falls to his copita de Amaretto [«pues claro que me la tomo alguna que otra vez. La próxima visita ya sabe… Nos trae una botellita de Amaretto»]. He has also told me a little bird that has some “respect” Augustinethat although they certify that it is “good person” leaves them ground every time a physiotherapy session touches.

Pero en este ratito de buena conversación se han colado varios instantes duros, de esos que te generan un nudo en la garganta. «Mis hijos ya no están aquí para celebrarlo [el Día de la Madre] Together, but this is now my family, ”he claims Marisa with a moistened look when remembering its two Francisco. In a similar line it is expressed Ana de los Reyeswho repeats that «I more than having the smartest children in the [doy fe que lo son] What I wanted most is that they were two good people … That is something that God has given me. Among so many reflections there is one that freezes the heart for its hardness and sincerity. «My mother was the most good person I have met and my did not treat her well; He mistreated her a lot until they finally separated, ”he reveals with a faint voice Ana Delgado.

Sobre su estancia en el Hogar Virgen Poderosa hay de todo como en una buena caja de bombones. Carmen, por tomar como referencia un extremo positivo, conoció el centro a través del programa Respiro Familiar [es una opción que posibilita un ingreso de uno a treinta días para dar descanso a la familia] and did everything possible to stay. “I came for 15 days and when they returned to pick me up, I told them that I was not going, that in this center I was perfect.” TO Olgawhich is the least time internal, a gesture of rebellion comes out when he comments that «this I carry it with a lot of pain, but it is what I play … I do not do much because I do not know [menos mal que eres sincera, apostilla María José] Or because I don’t have too much patience, ”he emphasizes the list of activities that the cheerleader program. «We do not stop the leg to continue cognitive … [la palabra te la aprendiste bien, ¿eh?, interfiere María José]. We read, we paint, we play the bingo, some give their walks through The lagoon And we entertain ourselves with anything. In addition, here they give us very well to eat. They feed us so well that, I think, I have fattened … if it seems that I am pregnant, ”he appreciates Ana Delgado. “Here we dance, sing and go out when we have … What else can we ask for?” Marisa Without hiding a click. “Don’t tell anyone, but we like to get out of spree.”

En este punto de la charla Mercedes se atreve con un secreto familiar. «El otro día mis hijos me hicieron llorar… [pausa] Mom, you protected us and you gave us an education in the best schools to get our goals. They say that at the moment they have to give me the best care I can have … in this home they take good care of me ».

Los buenos olores que emergen desde la cocina [el menú del día lo conforman un potaje de lentejas, calamares a la romana, ensalada de apio y fruta] They confirm that the saint has gone to heaven and that we have been working for almost two hours. It is not bad to be May 1. The table is served, Sabia’s council retires to lunch.

Ana Delgado Afonso. / A.J.

Ana delgado Afonso

SantaCruz de Tenerife – 28 de enero de 1936

Es toscalera, pero antes de cumplir los cinco ya vivía en La Laguna. Es habladora y no tiene filtros. «Mi madre y mi hermana eran mi vida… Mi padre le dio muy mala vida [malos tratos] And they ended up separated, ”confesses the mother of Carlos, Luis y José.

Carmen González Dóniz.

Carmen González Dóniz. / A.J.

Carmen González Dóniz

Garachico – 2 de marzo de 1931

Vino al mundo en la Isla Baja, vivió en Venezuela durante casi tres décadas y su hija se llama Natividad. «Ser madre es lo más bonito que hay en la vida». Su padre era marino mercante y en la casa «nunca faltó de nada» durante los años de conflicto bélico.

María Luisa García Gómez.

María Luisa García Gómez. / A.J.

María Luisa García Gómez

SantaCruz de Tenerife – 27 de diciembre de 1938

Mientras sus compañeras trabajan con el fisio, ella se atreve con el crossfit. Su mirada es pura emoción, sobre todo, al recordar la ausencia de Francisco Daniel y Francisco José, ambos fallecidos. «Es un día triste, pero aquí me siento bien arropada».

Olga Ávila Díaz.

Olga Ávila Díaz. / A.J.

Olga ávila Díaz

San Cristóbal de La Laguna – 13 de junio de 1936

Elena es su única hija, la nieta de Victoria. Su madre fue la que le enseñó a cocinar y en la posguerra aprendió a esconderse en los barrancos para salvar la vida. Dice que no tiene paciencia con las tareas que planifica María José, la animadora del centro.

Cándida.

Candida Sántos Domínguez. / A.J.

Cándida Santos Domínguez

Puerto de Santa María (cádiz) – 23 de marzo de 1937

Nació en la misma ciudad que Rafael Alberti y vivió refugiada años por la Guerra Civil antes de embarcarse con rumbo a Canarias. Es la madre de Jesús, Inma, Domingo y Lupe. Es silenciosa, pero certera en sus frases. Comparte habitación con Mercedes.

Ana de los Reyes Armas Armas.

Ana de los Reyes Armas Armas. / A.J.

Ana de los Reyes Armas Armas

Santa Cruz de Tenerife – 6 de abril de 1944

Perdió a su marido cuando estaba a punto de cumplir los 35. «Él tenía 41 y le pedí a dios criar a dos hijos buenos… Me lo concedió». Es la madre de Ana Luisa y Humberto. Habla lo justo, pero en su cara están marcados los gestos de una guerrera.

Mercedes Rodríguez Alberto.

Mercedes Rodríguez Alberto. / A.J.

Mercedes Rodríguez Alberto

Santa Cruz de Tenerife – 6 de diciembre de 1928

Estuvo casada 60 años, aunque conoció a su marido cuando tenía 14. «Era un ángel», presume con una amplia sonrisa en su cara. Con él tuvo a Lucio y Adolfo Miguel. Antes de atendernos se pinta los labios para estar más guapa. ¡Es un amor!

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