El gijonés Alfredo Barro afronta en Marruecos su tercera participación en la Titan Desert, una de las pruebas de mountain bike más exigentes del mundo, llena de dunas y arena del desierto del Sáhara. Barro ha empezado la edición con paso firme: fue tercero en la primera etapa y se impuso en la segunda, tercera y cuarta etapa. En la penúltima de las carreras, tuvo que conformarse con el segundo puesto, a menos de dos minutos del vencedor.
Estos resultados le colocan, a falta de la sexta y definitiva prueba, en el liderato de su grupo de edad, la categoría máster, y en el puesto 20.º en una general absoluta de 506 participantes procedentes de 26 países. En la carrera, especialmente adversa por el calor, la dureza del terreno y las condiciones de recuperación entre recorridos, el ciclista se perfila como uno de los favoritos para el título. “Espero hacer podio, al menos”, desea.
No es su primera vez en la cita marroquí del pedal. Hace unos años, en 2022, hizo un 35.º en la general y 4.º en máster. Esa experiencia le vale el mérito, además del maillot de líder, de aventajar en la tabla a antiguos y conocidos profesionales de los piñones que también participan en la competición, como es el caso de Prudencio Induráin, hermano de Miguelón, o el catalán Melcior Mauri. “Esta vez llego bastante preparado, aunque compaginar el trabajo con los entrenamientos no es fácil”, explica el deportista aficionado, que combina la dirección de una constructora, Innova y Mejora, con exigentes entrenamientos por la región que hace en bici de carretera, aunque para Barro el reto es físico y mental “a partes iguales”.
La Titan Desert recorre durante seis días el desierto del Sáhara en etapas consecutivas y sus participantes pasan la noche en un campamento de haimas. La pernoctación de la etapa de hoy, conocida como “la maratón” y en la que los corredores llevan encima lo justo para pasar la jornada, es especial: la harán sin más comodidad que la que permite un saco de dormir para hacerlo bajo las estrellas. Este factor dificulta la recuperación de cara al quinto segmento del campeonato, cuyos arranques ya de por sí son complicados. “Nos despiertan a las seis de la mañana”, explica; a las ocho, echan a rodar sobre la arena, aunque también hay zonas rocosas.
Condiciones extremas requieren respaldo extremo. Un equipo de 400 personas, un helicóptero y cinco vehículos médicos velan por la seguridad de los pedaleadores, que también cuentan con una baliza geolocalizadora que les ubica en todo momento. Tiene dos botones: asistencia médica y mecánica. El segundo está envenenado, ya que los corredores deben ser autosuficientes mecánicamente: “Si lo pulsas, te socorren, pero te descalifican”.
Son varios los ciclistas de ruta profesionales que, después de retirarse del World Tour, se mantienen participando en este tipo de pruebas de exigencia máxima. Solo hay que mirar la clasificación para ver nombres de la talla de Andrey Amador, líder de la clasificación general, o los españoles Luis León Sánchez o Luis Ángel Maté.
Barro, que soplará 56 velas este 5 de mayo en plena competición, se muestra prudente, pero esperanzado con el desenlace final de la Titan Desert que, por ahora, lidera. “A ver si hay suerte y acabo en un buen papel. Espero hacer podio. La experiencia es fundamental, sobre todo para saber dosificarse en este entorno y en eso soy muy bueno”, remata.
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