A veces los hitos más deseados y perseguidos llegan en ambientes extraños. Cuántas veces habrán proyectado el Dépor y el deportivismo ese momento en el que sellaban la salvación, en el que se acababa el sufrimiento eterno ese le persigue, en el que ponían suelo para lanzarse en cuanto pudiese a por la Primera División. Pues fue en un partido de mayo que olía a verano por el calor y por la falta de tensión ante un Albacete que también vino en chanclas. 5-1 y 53 puntos, un tesoro. Una goleada con un doblete para Yeremay y otro para Eddahchouri en la que el canario maravilló a la grada y en la que empieza a percibirse un punto de nostalgia con cada uno de sus partidos, porque puede ser el último. Con o sin él, el Dépor estará la próxima temporada en Segunda División, algo que parece poco si se atiende a su historia, pero que es bastante si se repasan sus calamidades de los últimos tiempos.
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Actualizada 04 MAY 2025 23:25
La próxima semana, los de Óscar Gilsanz visitarán al Sporting de Gijón en El Molinón (sábado, 16.15 horas).
Con esta victoria, el Deportivo alcanza los 53 puntos y escala a la décima posición de la tabla. Certifica la permanencia con cuatro jornadas de margen y se queda a nueve puntos dl play off de ascenso.
El Deportivo se lleva un triunfo abultado (5-1) en una fiesta anotadora en Riazor. Yeremay abrió boca en la primera parte con un golazo. Jaime marcó un gol en propia en la reanudación del juego, pero poco después provocó un penalti que Yeremay transformó en el 2-1. El Albacete tuvo el empate en su mano antes del descanso, pero el árbitro anuló el gol de Martón por fuera de juego de Lazo en la acción del tanto. En el segundo tiempo, el Dépor goleó a base de pegada. Doblete de Zakaria Eddahchouri y un tanto más de Barbero. Yeremay y Soriano aún tuvieron ocasiones para incrementar el castigo.
MINUTO 90+3 | FINAAAAAL. El Deportivo se lleva los tres puntos tras golear al Albacete en Riazor. Con este resultado asegura matemáticamente la permanencia en Segunda.
MINUTO 90+2 | Amarilla a Agus Medina por una dura entrada sobre Charlie Patiño.
Ni esa goleada inmisericorde del Almería a un Eldense moribundo fue capaz, en los primeros minutos, de inyectarle tensión, de descargar algo de necesidad a un Dépor-Albacete de gustarse, de espacios, de jugar con riesgo y con la pelota, no con precauciones. Esa derrota le ponía a ambos la salvación matemática en bandeja, pero el peligro era tan lejano que se reafirmó esa idea de que ambos equipos habían venido a jugar y que el que ponía la pelota y la pista era el Dépor. Luego ya llegaría el momento de recoger los premios.
Yeremay Hernández celebrated with the stands one of his goals from the afternoon against Albacete. | Casteleiro/Roller Agency / Casteleiro / Roller Agencia
La sorpresa era Jaime
Sorprendió Gilsanz, no tanto por alinear a Eddahchouri, su predilecto en casa dentro de ese carrusel de delanteros que tiene instalado en este final de temporada. Tampoco por apostar por Cristian Herrera, quien se había ganado la titularidad en sus minutos de Santander. Sí que se tuvo que frotar los ojos más de un deportivista cuando vio a Jaime Sánchez junto a Pablo Vázquez en la zona de centrales. El gaditano bien se merecía despedirse del equipo en el césped y Martínez tampoco es que esté en su mejor momento, pero con una renovación por partidos por el medio, extrañó aún más la medida.
Fue ver dos minutos y tres jugadas del partido y percibir que iba a ser un partido más cercano a la tensión de un Teresa Herrera que a lo que se juega casi cualquier equipo en un partido de Segunda. Dos ocasiones con jugadores sueltos, defensas flotando y jugadas entre líneas. Tocaba divertirse y darse un baño de ocasiones y de goles. Nunca sobran, siempre dentro de unos mínimos de intensidad.
Un contexto de partido así es un caramelo para Yeremay. Empezó el partido con doce goles y esta temporada anda caníbal de cara a la portería contraria. Se asomaba, quería la pelota, marcar. No era el único. Ni en el Dépor ni en el Albacete, donde Pablo Sáenz, Javi Martón, Morcillo y, sobre todo, Riki querían sumarse a la fiesta.
Después de casi media hora de mucho fuego de artificio Yeremay sacó la munición de verdad. Caño y gambeteo en la frontal antes de alumbrar un disparo con su pierna mala a la escuadra de Lizoain. Minuto 28, 1-0. Bocas abiertas. Una genialidad más del canario, de las mejores esta temporada. Sus compañeros y la grada se echaban las manos a la cabeza. Hay que aprovechar los últimos destellos de un genio al que le queda poco en Riazor. Por desgracia.
Instantes de frenesí
Ese fogonazo inauguró los minutos locos. Dos después empataba, sin querer, con un tanto en propia puerta de Jaime. Otros dos más tarde, el propio central forzaba un penalti en área contraria que marcaba con maestría el canario. Era un bucle divertido. 2-1, minuto 33. Hasta el descanso otro cuarto de hora sin centro del campo, con ocasiones, hasta con un gol anulado a Javi Martón que iba a ser el 2-2 por un fuera de juego posicional de Lazo. No había oportunidad de respirar, tampoco de sufrir. Es lo que tiene hacer los deberes con tiempo, esa extraña sensación que experimenta el Dépor en las últimas semanas.
Cualquier tipo de emboscada o de charla de Alberto González en el descanso para activar a sus jugadores se quedó en nada menos de un minuto. Se la llevó el viento y Eddahchouri. Fue el tiempo que tardó el holandés en tirar un desmarque en el centro del campo, lanzarse solo a la contra, regatear a su defensor para clavarla con la pierna derecha en la red. 4-1. Jugada marca de casa, hasta pegó de nuevo en un defensor, como ocurrió en su estreno ante el Almería. Esta vez no se lanzó a la grada a celebrar, como en aquella ocasión, porque la electricidad estaba bajo mínimos. La mejor demostración fue el segundo tanto del ex del Telstar cuando solo tuvo que poner la cabeza, sin saltar, para mandar la pelota a la red y cerrar su doblete. 4-1 en una hora de partido.
Segundo gol anulado
El Albacete, a pesar de que su juego y su lenguaje corporal no decían lo mismo, no quiso rendirse. Triple cambio de su técnico para acometer una remontada improbable y que ni necesitaba. A punto estuvo de meterse en el partido, pero el VAR volvía a jugar en su contra anulando el segundo tanto de la tarde. Para entonces ya estaba en el terreno de juego el deseado Konafe, que para extrañeza de muchos, se quedó en el banquillo entre un mar de interés de los mejores equipos de Europa. No ocurría lo mismo ya con Eddachouri, quien con alguna mueca de desaprobación vio como la tablilla mostraba su número, mientras él ya proyectaba un hat trick en su cabeza. Nunca hay felicidad plena.
Los últimos minutos fueron de destensión máxima. Hubo tiempo para que Iván Barbero marcase el quinto sin pegarle limpio a la pelota y para que Riazor, mientras festejaba, viese sobre el terreno de juego a futbolistas olvidados como Charlie Patiño. No hay nada como una fiesta en paz que sella una permanencia deseada en un partido que olía a verano, justo cuando se renuevan las ilusiones.
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