Tras el anuncio de ofensiva de Israel, la principal exigencia de Hamás es la retirada total de las tropas del enclave palestino. Otro de los asuntos que abordó ayer el gabinete de seguridad de Israel fue la reanudación de la entrada de la ayuda humanitaria (comida, medicinas y combustible), vetada por Israel desde hace más de dos meses, con un nuevo esquema que busca “evitar que Hamás tome el control de los suministros”. Israel pretende que se establezcan solo “cuatro o cinco” centros de distribución en el sur de Gaza, y potencialmente un centro adicional bajo el área militar de Netzarim (centro), una medida rechazada por todas las agencias de la ONU y oenegés en Gaza. Este nuevo modelo israelí evita que la ayuda se almacene: unos 60 camiones entrarían a diario -una décima parte de lo que entró diariamente durante el alto el fuego- con paquetes de 20 kilos de ayuda humanitaria, mayormente alimento, los cuales serán recogidos por cabezas de familia. Lo mismo ocurre con la comida caliente: esta solo podrá salir de los centros de distribución del Ejército, sin la existencia de cocinas comunitarias como hasta ahora dirigidas por oenegés como World Central Kitchen o panaderías como las antes apoyadas por el Programa Mundial de Alimentos. Esto obliga a los civiles a acudir a zonas militarizadas para recoger raciones, lo que pone en peligro su vida, incluida la de los trabajadores humanitarios, a la vez que afianza aún más el desplazamiento forzoso”, denunciaron en comunicado firmado por varios organismos.