“La carta de despido es tan evidentemente improcedente, que se convierte en una muestra de prepotencia y desprecio preocupante. Le despidieron sin razón cuando vieron que podía resultar una amenaza o una carga para los socios y directivos de la empresa (…) y le dejaron sin la más mínima indemnización, obligándole a acudir a la jurisdicción social, sabedores de la saturación que sufren juzgados y tribunales, lo que suponía diferir muchos meses el pago, ahondando en la actitud miserable de la empresa. La conducta de la empresa no solo afectaría a la garantía de indemnidad, sino que es parte de la conducta humillante de algunos directivos y socios de la misma, que le denigraban por su orientación sexual, llamándole “zorra”, besándolo en público de una manera que en ningún caso puede considerarse una broma o propalando el vídeo del beso entre todos los trabajadores de la empresa (permitiendo infinitas reproducciones y reenvíos masivos) para incidir en la humillación”. Y remacha: “El despido es la culminación de su actividad acosadora”.
Así de clara, contundente y dura contra los condenados es la sentencia del juez de lo Social 1 de València, lograda por el letrado Jesús Asencio en representación del despedido, A. R. R., en la que condena a una empresa valenciana fundada por dos italianos, Riba Mundo Tecnología, y a tres de sus directivos -uno de ellos es incluso socio- por ese despido declarado ahora nulo de un trabajador al que, afirma el juez sin paliativos, acosaron y “humillaron” durante meses por su orientación sexual.
Siempre le llamaba “zorra” en italiano: ‘zoccola’
Esa “humillación” -también emplea el juez términos como “mofa”, “vejación” o “burla”, entre otros- incluyó que uno de sus jefes, M. S., director de ventas y socio de la mercantil, se dirigiera a él siempre con el apelativo de “zoccola” (término machista, denigrante y altamente despectivo que podría traducirse del italiano como “zorra”, “puta”, “furcia”, “guarra” o “putilla); que otro, el jefe de almacén, L. V., le agrediera con violencia “propinándole un beso no consentido mientras le agarraba de la nuca” durante un brindis en la sede de Riba Mundo para despedir el año 2022 en el que estaban presentes todos los trabajadores; o que el tercero, A. D., COO o director de operciones de la firma, extrajese las imágenes de las cámaras de seguridad de la firma en las que se había grabado esa agresión y las enviase al chat de WhatsApp de toda la empresa, propiciando así la reproducción y difusión ilimitada del clip.
De hecho, generó risas y emoticonos inmediatos, tras la inserción de un primer vídeo de ocho segundos en los que se ve cómo le propina el beso y cómo el A. R. R. se aparta y rechaza a su jefe, y de un segundo de más de un minuto cuyo contenido no ha podido ser visto porque fue borrado.
Ir a comprar tartas, limpiar el coche…
Y no solo eso, el trabajador era usado como “asistente personal” y no como lo que era, un “vendedor más de la empresa”, por parte del jefe de almacén, el mismo que le propinó ese beso inconsentido, que el juez tilda abiertamente y en varias ocasiones de “burla de la condición sexual del demandante” y “de acto de humillación delante de todos” sus compañeros. En ese sentido, recuerda el magistrado que el entonces Warehouse Manager, L. V., le “encargaba las tartas de cumpleaños para celebraciones privadas o que le limpiase el coche”.
El juez reprocha que todo eso se le hacía a sabiendas de que no iba a protestar, dado que había ascendido de telefonista a vendedor en poco tiempo, y temía las represalias, que finalmente llegaron. El trabajador, de 38 años y que había sido contratado en mayo de 2020, cayó enfermo por ese acoso y discriminación -el insulto de “zoccola”, que A. D. no dirigía a ningún otro empleado, se estuvo repitiendo sin cesar desde octubre de 2022 hasta abril del año siguiente-. El médico firmó su baja el 22 de septiembre de 2023 tras diagnosticarle un “trastorno adaptativo mixto con ansiedad y depresión” por el que continúa en tratamiento, ya que en julio del año pasado, tras diez meses de incapacidad, recibió el alta laboral pero no el alta médica.
Ni causa del despido ni indemnización
No duró mucho más. Pasado el verano, el 3 de octubre, un día después de que A. R. R. presentase una querella contra Riba Mundo Tecnología y los tres directivos ahora condenados, le entregaron la carta de despido “objetivo”, donde le reconocían una indemnización de casi 11.000 euros que ni siquiera se molestaron en darle, les afea ahora el juez, que también reprocha a la tecnológica que como causa alegase de manera “genérica” unas cuestiones organizativas que ni siquiera “se ha molestado en acreditar”.
El juicio fue celebrado en febrero pasado y la sentencia, emitida hace apenas unos días, obliga a la empresa a readmitir al trabajador, ya que estima nulo el despido por vulnerar derechos fundamentales, y a pagarle casi 170.000 euros, que Riba Mundo Tecnología ya ha consignado en el juzgado, ya que esa es la condición indispensable para que puedan recurrir el fallo ante la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la C. Valenciana (TSJCV), que aún no es firme.
Así, la sentencia emitida en primera instancia obliga a la mercantil, que desde julio de 2023 cotiza -es la primera firma española en hacerlo- en la Euronext Growth de Milán, un mercado bursátil de la Bolsa italiana dedicado a las pymes de alto potencial de crecimiento, a pagarle a A. R. R. más 42.000 euros en concepto de salarios de tramitación, a razón de 88,88 euros por día; 1.699 euros más por las comisiones por ventas y vacaciones no disfrutadas a fecha del despido; a readmitirle en el mismo puesto y con las mismas condiciones que tenía. Además, condena a los tres directivos -a la única mujer demandada, la absuelve libremente- a pagar entre los tres 120.006 euros como “indemnización adicional por vulneración de derecho fundamental”, a saber, el de no ser discriminado, en este caso por su orientación sexual, y el de respetar su integridad moral, recogidos en los artículos 14 y 15 de la Constitución Española, respectivamente.
Se libró de la dana
La empresa, que sufrió un incendio el pasado 25 de enero del que informó en su momento el Consorcio Provincial de Bomberos, fue fundada en septiembre de 2018 en Valencia por dos italianos y ha experimentado un crecimiento espectacular en apenas siete años de vida. Con sede en Loriguilla (logró salir casi milagrosamente indemne de la dana del pasado 29-O), se describe a sí misma como una empresa tecnológica dedicada a la compra y venta en el segmento B2B (business to business, esto es, de empresa a empresa) de electrónica de consumo, principalmente tabletas y teléfonos móviles.
En su web, afirman que “actualmente servimos a más de 49 países, destacando los principales de la UE, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos”, presumen de que “en 2023, la empresa cerró con una facturación neta de 434 millones de euros” y explican que disponen de “un equipo de más de 70 empleados y una cartera de más de 1.500 clientes activos en todo el mundo”.