El comedor social de San Vicente de Paúl vive uno de los momentos más complejos desde que comenzó a funcionar. Aunque en sus estanterías hay existencias, tienen escasez de muchos de los productos básicos que entregan cada día a sus usuarios. «Hay pocas existencias. Tenemos pastas, arroces y legumbres, pero las latas de conservas, zumos y leche es de lo que más nos faltan», reconoce Jesús Álvarez, cocinero de esta institución caritativa.
La asociación nacional de Caridad San Vicente de Paul es la que gestiona este recurso en la ciudad desde hace décadas. Su sede actual se encuentra en la calle San Pedro de Alcántara desde 2013.
Los motivos
La situación que vive este comedor en la actualidad viene derivada, en parte, de la escasez de existencias por la que atraviesa el Banco de Alimentos de Badajoz, como ya informó este diario. Al tener menos cantidad de provisiones, pueden distribuir, por tanto, menos productos a las distintas causas benéficas. Otro de los motivos de esta situación es el incremento de sus usuarios, si antes atendían a una media de 40 personas al día, ahora este dato llega hasta las 52 personas. Como indican, diario acuden entre 40 y 70 personas.
A ello habría que sumar el encarecimiento de todos los productos en los últimos meses. Al ser más caros, el comedor necesita destinar más fondos para adquirir los productos que no llegan a través de las donaciones. «En estos momentos vivimos con las existencias que nos donan los particulares, lo que llega del Banco de Alimentos y las mermas de los supermercados que nos dan casi todos los días», indica Antonio Tena, responsable del comedor.
«Nunca hemos estado como ahora»
Aun así, reconoce que todas estas donaciones se han visto recortadas últimamente y lo afirma tajante: «Nunca hemos estado en una situación tan mala como ahora». El cocinero, quien lleva el control del stock en el almacén, va más allá y detalla todas aquello que les falta: «No tenemos nada de fruta, tampoco yogures». Asimismo, especifica que los pocos yogures que donan cada semana apenas alcanzan: «Llegan solo unos 50, los que se necesitan para cubrir un único servicio».
«Nunca hemos estado en una situación tan mala como ahora»
Antonio very
– Responsible dining room San Vicente de Paul de Badajoz
Por ello, solicitan este tipo de productos y algunos más que suman a la lista como las latas de conservas de pescados y de legumbres ya cocinadas. Además, suman la necesidad de cualquier tipo de queso y embutidos, «tanto loncheados como en barra». Estos productos que enumeran van dirigidos, principalmente, para entregar a los usuarios. Al igual que ocurre con la mayoría de los productos lácteos.
A ellos se añaden los productos perecederos frescos, tanto la carne como el pescado. Estos suelen ser donados por las grandes superficies a través de sus mermas, o lo que es lo mismo, productos que van a caducar. Cuando no llegan los compra esta institución.
«Los menús son croquis»
Con esta situación, Álvarez reconoce que es complicado trabajar los menús semanales. Este profesional, que ha trabajado durante mucho tiempo en residencia de mayores, asevera que «los menús de las semanas son un croquis. Estoy planificando los próximos días y tengo algunos primeros platos ya seleccionados, pero para los segundos tengo que ver lo que tengo en las cámaras para idearlos».
Álvarez afirma que este trabajo «no tiene nada que ver con el resto» de sus anteriores empleos, solo por el simple hecho de que no puede saber qué va a cocinar al día siguiente: «En otros sitios tienes los menús o las cartas, pero aquí no sabes qué vas a ofrecer».
Este cocinero tiene 30 años y considera este empleo como el «más gratificante» de todos los que ha tenido. «Te agradecen mucho lo que haces por ellos y eso reconforta».
Voluntarios esenciales
En el desempeño de su función cuenta con una ayuda muy importante, la de los 20 voluntarios que acuden a este comedor. «Son 20 personas que se van rotando durante la semana y cada uno acude cuando puede», detalla el responsable del comedor.
Estos voluntarios conocen muy bien cómo funciona esta obra, ya que muchos llevan más de 15 años.
Ana Pozo, volunteer of the dining room, prepares one of the dishes. / Jota Granado
Una de ellas es Ana Pozo, a sus 72 años colabora cada día, «excepto el martes que van a comer mis nietos conmigo», puntualiza. Desde hace 13 años ayuda en lo que puede en esta institución y a su vez, esto le «sirve de distracción».
Perfil de usuarios
El perfil de los usuarios que acuden a diario a este comedor ha evolucionado en los últimos años. Si hace unos años la mayor parte de las personas que recibían ayuda vivían sin hogar, ahora hay más personas que aun teniendo casa no tienen para comer. «Hay gente que vive en la calle, también familias que vienen a que les ayudemos, migrantes y muchas personas que su único sustento es el que les damos aquí», explica Jesús Álvarez.
Por ese motivo, incide en la necesidad de que la gente colabore: «Con simples hechos se ayudan. Hace unos días llegó una señora y trajo cuatro latas de legumbres, ese detalle supone mucho, ojalá y muchos ayudaran así, porque cualquier ayuda es necesaria», dice el cocinero. Además, Ana Pozo pediría que «echen una mano, porque ninguno estamos libres, ni sabemos qué vamos a necesitar en el día de mañana».
La situación del comedor no es tan crítica como para no poder dar de comer, como asegura su responsable, Antonio Tena: «No hemos llegado al extremo de tener que cerrarlo, pero sí estamos pasando necesidades».
Por ello, la hermandad de la Vera Cruz recogió alimentos el pasado sábado en la celebración de las Cruces de Mayo y anima a todos los pacenses a colaborar.